LA CAÍDA DE LA URSS Y LA DIFÍCIL RECOMPOSICIÓN DEL ESPACIO EX-SOVIÉTICO

1. INTRODUCCIÓN.
Las reformas económicas emprendidas por Gorbachov no dieron el resultado que pretendían. Por el contrario, debilitaron el poder central y reavivaron los nacionalismos y los conflictos interétnicos. Tras la desintegración de la Unión Soviética, los nuevos Estados independientes se hundieron en una crisis económica que todavía no han superado. Con el propósito de superar esta situación, los nuevos Estados, impulsados por Rusia, intentan poner en marcha una estructura institucional -la CEI- que sirva para darles estabilidad y resolver los problemas económicos. Pero, el proceso de reintegración en un espacio económico y político común está resultando lento y laborioso.


2. LA BRUSCA DESINTEGRACIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA Y SUS GRAVES CONSECUENCIAS.
Las nuevas medidas económicas y la inseguridad en el futuro que generaban provocaron el caos en el sistema productivo. El Producto Nacional Bruto, que había crecido en los años 80 entre el 4,3% y 2%, pasó en 1990 a ser negativo (-2,5%); la exportación de petróleo cayó de 200 mill. de t en 1980 a 150 millones en 1990 y a 90 en 1991.


En este ambiente de crispación, en el que aumentaban los opositores a la Perestroika, Gorbachov se decidió a abordar la reforma del sistema político y lo que ello suponía en relación con el PCUS y con las Repúblicas Federadas. En 1990 se modificó el artículo 6" de la Constitución, dando paso al pluripartidismo; y en 1991 el PCUS renunció al marxismo-leninismo, convirtiéndose así en un partido socialdemócrata.

Respecto a la relación entre las Repúblicas, Gorbachov proyectó un Nuevo Tratado de la Unión que, ante la crisis de poder en la que se encontraba la URSS, con la idea de establecer una estructura de poder más clara y menos centralizada.

El Nuevo Tratado de la Unión se iba a aprobar el 20 de agosto de 1991, pero, en la víspera, se produjo el golpe de estado promovido por el PCUS. Su fracaso no hizo más que acelerar el proceso desintegrador. El 25 de diciembre de 1991, con la dimisión de Gorbachov como presidente, la URSS dejaba oficialmente de existir: era sustituida por un conjunto de quince países independientes que iniciaban -muchos reiniciaban- su andadura como Estados, teniendo que afrontar numerosos conflictos interétnicos e inmersos en gravísimas crisis económicas.
Estos nuevos Estados, tenían que hacer frente a un contexto muy desfavorable, sin ninguna experiencia en la gestión económica. En 1992 el deterioro de todas las instituciones estatales de las que dependía la marcha de la economía provocó un grave descontrol en los órganos de decisión y coordinación. Las consecuencias en la producción nacional fueron terribles: el descenso del PIB fue de un 20%, afectando especialmente a la ganadería, a la industria y a los servicios. Todos los proyectos de reformas de estructuras tuvieron que ser tomados con gran precaución para evitar un colapso económico y una revolución social.

En primer lugar, hay que destacar que todos los nuevos Estados sufren un descenso significativo, tanto en el Producto Interior Bruto como en la producción industrial, precisamente porque este sector es el primero y el que más intensamente acusó la crisis; en segundo lugar, se puede ver que hay importantes diferencias de intensidad de la crisis entre unos Estados y otros.
Los de mayor descenso de la producción son Estados que han sufrido los efectos negativos de los conflictos bélicos, como Georgia, Armenia, Azerbaiyán y Tayikistán, o los que iniciaron muy pronto las reformas radicales de las estructuras, como los Bálticos, Ucrania o Kirguistán. El único que ha registrado aumento es Uzbekistán; los que menos han acusado la caída de la producción general coinciden con los de menor descenso de la producción industrial. Se trata de países agrícolas, como Moldavia; de países con una producción principal de fuentes de energía o de materias primas, como Uzbekistán y Turkmenistán, y de Estados que han retrasado la puesta en marcha de la reforma de las estructuras productivas, como Kazajstán o Turkmenistán.
Son varios los factores que explican esta brusca caída de la producción, sin precedentes en países industrializados.
·         La crítica situación económica de la URSS.
·         El envejecimiento del aparato productivo.
·         El debilitamiento de la autoridad


3. CRISIS DE LA ECONOMÍA SOCIALISTA Y REFORMAS DE GORBACHOV
Tras un largo período de régimen socialista, la URSS mostró en los años 70 su cara más débil, un intrascendente peso en el comercio, siendo, como segunda potencia industrial del mundo, incapaz de producir bienes de consumo y alimentos para satisfacer las necesidades de su población.

Esta situación tuvo lugar como consecuencia de la fuerte crisis económica que la URSS sufría desde los años 70, la cual penetró más fuertemente en los 80. Dicha crisis tuvo una mayor repercusión en la sociedad debido a las numerosas y sucesivas reformas que se llevaban a cabo, terminando por debilitar aún más las bases del sistema político.
La necesidad de la apertura del comercio exterior en los 70 originó la liberalización de la economía y con ella la exigencia de la democratización de la sociedad, siendo ambas demandas contrarias al sistema político implantado en la Unión Soviética.

Esta necesidad de modernización en el proceso comercial y sistema productivo dio lugar a un fuerte endeudamiento, que llegó a ascender hasta 60.000 millones de dólares en 1989.

De aquí podemos deducir que el fin del sistema económico soviético estaba cerca. La ineficacia de la planificación central y de la empresa pública se sumaba al gasto militar, el retraso tecnológico y deficiente calidad del trabajo con una mano de obra muy desmotivada.
La necesidad de una profunda reforma en la sociedad era indiscutible, pero numerosos desafíos a los que el sistema económico soviético no podía hacer frente lo hacían imposible.

Fue mediante las reformas de Gorbachov a través de las cuales se intentó mejorar el sistema económico socialista, sin embargo, de estas se obtuvieron en determinados casos un efecto negativo, llegando a afectar a aspectos fundamentales del sistema soviético.
Estas reformas se iniciaron con la apertura informativa y el reconocimiento de la gravedad del problema. La libertad de expresión abrió el camino a los debates que pusieron al descubierto los fallos del sistema.  Esta apertura dejó paso a la libre crítica del Gosplan y de dogmas económicos nunca antes planteados. Se animó a la introducción del mecanismo de mercado, a la iniciativa privada y se dictaron normas que daban mayor importancia a los tecnócratas que a los burócratas con el fin de conseguir un mayor rigor, agilidad y eficacia en la gestión económica. La introducción de incentivos salariales y las amenazas de regulación de plantillas jugó un papel muy importante en el aumento de la productividad.
Con la reducción en gastos militares y la retirada del Ejército Rojo de los países socialistas de la Europa del Este se consiguió un mayor volumen de inversiones hacia la industria y la agricultura.

Sin embargo, las dificultades no cesaban a pesar de las numerosas reformas o medidas económicas, haciendo la situación cada vez más complicada. El mayor problema surgió al plantear la introducción de los elementos de mercado en el sistema socialista, lo cual era imposible sin una reforma en el sistema político.

Tras esto, la Perestroika decidió reconocer el vinculo directo que las medidas económicas tenían en el sistema político bajo un enfoca más globalizador. La aceptación de la transición desde una economía centralizada a una de mercado fue aprobada por el Soviet Supremo en noviembre de 1990.

La profunda transformación de la economía planificada suponía la reforma del sistema político, y con ella al replanteamiento del papel del Partido Comunista.
En tan solo cuatro años, Gorbachov había reestructurado la Unión Soviética sin llegar a la rotura nacional.
Sin embargo, los acontecimiento ocurrieron en tan poco tiempo que las fuerzas desatadas por él se desbordaron y provocaron la quiebra de un régimen político aparentemente estable. De este modo, inesperadamente, se produjo la caída del modelo socialista y la desintegración del gran imperio soviético.


Bibliografía: José Sánchez Sánchez . (1996). Nº 23-24. En La caída de la URSS y la difícil recomposición del Estado soviético, (PÁGS. 283-298 ). UNED, Madrid.

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